El jíbaro de Machuelito, cerca de la cantera de Ponce. El espíritu de Borinquen y los barrios pobres de toda América. El aguacate de 90 libras que llegó a los nuevayores para fajarse con los bravos. Aquel muchacho que aplicó los cantos de Gardel, Felipe Pirela, Ramito, Odilio, con los rosarios de la cruz agregándole la malicia de Cheo y Maelo, dándole una voz a ese vacío de desolación enajenada que los de banda acá no podíamos cruzar. Héctor Juan Pérez fue ese puente entre el pasado y el futuro de nuestra cultura popular. Héctor Juan Pérez se transformó en una persona llamada Héctor Lavoe para poder cumplir una misión que poco a poco se convirtió de un crucero de placer a un desafío contra viento y marea.
lunes, 17 de agosto de 2009
Según Willie Colón:
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